domingo, 28 de junio de 2015

En el Enjambre






Cerrando el círculo de otros alegatos anteriores acerca de la Sociedad del Cansancio y la Sociedad de la Transparencia, que giran en torno al comportamiento actual de los individuos en el mundo; propongo debatir acerca de otro producto del filósofo Chul-Byung Han, titulado En el enjambre.

Sin duda los adelantos tecnológicos actuales no habrían podido existir de no ser por la tecnología eléctrica, en este marco se encuentra el medio digital en el que vivimos y en el que nos embriagamos por completo a menudo sin darnos cuenta del cambio de paradigma que esto significa.


En la sociedad que vivimos dejamos de practicar el respeto como principio de convivencia, para el filósofo esto significa una mirada con distancia, hoy no existe más esa distancia porque la intimidad es expuesta públicamente; en este orden de cosas la decadencia de lo público con la creciente falta de respeto se condicionan recíprocamente según el autor, favoreciendo la instalación de una sociedad cada vez más pornográfica.


Otra característica de la intolerancia y la falta de respeto que se observa en esta sociedad tecnológica es el anonimato, mediante esto destruimos a diario el respeto como valor, sino basta para un ejemplo la shitstorm que le cae a cualquiera que esgrima un comentario que vaya en contra ruta del “común que apoya la mayoría”.

Producimos comentarios llenos de catarsis personal porque ya no tenemos la posibilidad de aplacar nuestros impulsos como cuando otrora se escribía una carta a mano o a máquina porque a medida que vamos escribiendo la carta la excitación inmediata se iba evaporando y haciéndose presente el pensamiento más racional. En este orden de cosas al que llegamos alguien podría comentar acerca del efecto positivo que tiene las movilizaciones de indignación ciudadana, pero en este caso también hay una contradicción y es que al ser tan volátil esta sociedad no es posible configurar un discurso público firme y que permita dialogar entre posturas.


Vivimos en una sociedad que el filósofo la describe como un enjambre digital, un espacio que no tiene espíritu congregador ni alma unificante, este enjambre consta de individuos aislados, si hubieren individuos que se unen en este enjambre digital no lo hacen en ningún momento por un criterio del nosotros.


En este enjambre digital, los humanos se manifiestan de forma anónima, pero al mismo tiempo tienen un perfil en las redes sociales y trabajan incesantemente en optimizarlo, este tipo de hombre digital es aversivo a toda forma de congregación física porque sostiene la idea de que los habitantes de la red no se congregan, son unos Hikikomoris (personas que pasan su tiempo ante medios visuales y que apenas salen de sus casas); en este espacio desaparece el sentimiento de solidaridad.


Hablando de comunicación y mediación, la comunicación en este mundo digital se caracteriza porque es tal sin intermediarios (golpe para los comunicadores), el filósofo sostiene que medios como los blogs, Twitter o Facebook liquidan la mediación de la comunicación, la desmediatizan.


Esta desmediatización cuestiona y erosiona el mundo de la democracia representativa (golpe para los políticos) porque la gente ya no mira a los representantes políticos como transmisores sino como barreras; esto es grave porque se multiplican las voces que dicen ser representantes de algo, porque no esperamos a la noticia elaborada, queremos estar presentes y además presentar opiniones y exclusivas de algo sin pasar antes por ningún intermediario. Sin tener en cuenta que a mayor cantidad de información no necesariamente se traduce en mejor toma de decisiones, estamos yendo hacia un mundo de comunicación acumulativa.


Esta sociedad digital se inmiscuye en nuestra vida íntima a favor de la realización neoliberal, en este mundo el tiempo es entendido como tiempo de trabajo; sino no se entiende por qué durante la aparente pausa laboral seguimos trabajando desde nuestros aparatos digitales, llevando esto incluso en vacaciones o en nuestros mismos sueños, por eso hoy dormimos inquietos. Así pues todo lugar donde estemos es un puesto de trabajo y todo tiempo es tiempo de trabajo, en lugar del Big Brother aparecen los Big Data donde se consuma la total sociedad de la transparencia.

Una última para los smartphones, este aparato hace las veces de un espejo digital que nos muestra frente a un nuevo estadio narcisista del espejo, produciendo un momento en el que yo me incluyo pero donde no habla el otro; un mundo en el que las imágenes ya no provocan ningún shock, todas incluso las más grotescas tienen que divertirnos.

Esta columna fue publicada en los Periódicos: Página Siete y Los Tiempos.


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